El Ejido El Tarachi, ubicado en el estado de Veracruz, México, nació de la lucha contra la pobreza y el sueño de encontrar un lugar al que llamar hogar. Su historia es un testimonio de la fuerza de los sueños y la esperanza duradera de su gente al tiempo que protege el sensible ecosistema de manglares ubicado en su interior.

Alrededor de 1990, diversos grupos de agricultores y campesinos en Veracruz se enfrentaban a los desafíos de la reforma agraria. El sector agrícola estaba plagado de disparidades y disputas de tierras, y muchos estaban desesperados por un pedazo de tierra para cultivar y construir un futuro. La UGOCP, conocida por defender los derechos de los trabajadores y campesinos, sugirió un terreno situado en el sistema lagunar de Alvarado como un posible asentamiento para estas comunidades en dificultades.

Sin embargo, la tierra propuesta estaba lejos de ser ideal; estaba cubierta de densa vegetación, infestada de mosquitos, tenía acceso limitado y solo podía sustentar la vida a través de la pesca. Con pocas esperanzas de sobrevivir en este entorno implacable, gradualmente comenzaron a establecer familias en lo que se conoció como "Isla del Sancho", aunque el origen de este nombre sigue siendo un misterio. Los primeros colonos construyeron humildes viviendas hechas de palma y bambú, con suelos de tierra.

La CONAFOR, a través de la Subgerencia de Proyectos Especiales y la Gerencia Regional Golfo Centro, nos ha apoyado desde el año 2002 con asesoría y recursos económicos para la producción de mangle blanco, negro y un poco de mangle rojo. Desde el año 2002, contamos con un vivero semi-tecnificado que tiene una capacidad instalada de 500,000 plantas, lo que nos permitiría la creación de un vivero tecnificado y nos permitiría reforestar hasta 250 hectáreas por año.

En septiembre de 2010, quedó completamente destruido debido a una inundación atípica y a la fuerza de los vientos ocasionados por el huracán Karl. Básicamente, el viento arrasó con la infraestructura, mientras que el agua lo arrastró todo en la corriente, incluyendo equipos, suministros y más de 750,000 plantas. Sin embargo, el grupo de silvicultores tuvo la oportunidad de sistematizar su experiencia productiva y comercial a lo largo de 7 años, asegurando que el interés en rehabilitar el vivero y superar las pérdidas del desastre no disminuyera.

Más del 50 % de la superficie del ejido está cubierta por manglares. En 2013, se obtuvo el registro para gestionar de manera sostenible 200 hectáreas de este manglar en una Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA). La gestión de la UMA ha logrado con éxito la recuperación de áreas de manglar devastadas por incendios y ha detenido la tala excesiva para la obtención de madera de mangle.

A través de la restauración de manglares y la recuperación de cuerpos de agua que también han sido afectados por el sobrepastoreo pasado, se abrirá la puerta a la posibilidad de realizar otro tipo de proyectos, como el fomento del turismo. Sin embargo, para implementar estas medidas con la participación de la comunidad local, es esencial contar con recursos financieros adecuados. Esto permitirá que todos vivan en armonía con su ecosistema sin ponerlo en riesgo.